La coeducación, una educación en igualdad
"Mi madre dice que mi cole es un ejemplo a seguir. Yo no sé muy bien por qué lo dice, pero ella insiste en que no es habitual que, en las otras escuelas, los profes nos dejen a las niñas jugar al fútbol en el recreo. También dice que es bonito ver a mi amigo Tomás jugar con Luis a las muñecas, incluso me anima a que pase más tiempo con Javier para que me enseñe a preparar comidas en su cocinita. Sin embargo, a mi amiga Rosa y a mí nos gusta más la plastilina y también dibujar y pintar coches en la pizarra. Mi abuela dice que todo esto le parece muy extraño, que, cuando ella era pequeña, lo normal era que las niñas estuvieran tranquilas durante el recreo mientras que los niños jugaban a la pelota, pero mi madre no está de acuerdo y le dice que aquéllos eran otros tiempos...".Este choque de pareceres entre generaciones bien podría darse, en la realidad, en el seno de cualquier familia en la que se quisieran romper los roles tradicionales masculinos y femeninos a los que estamos tan acostumbrados. A veces es tal el grado de asimilación de los estereotipos y prejuicios que ni siquiera logramos detectarlos, sin embargo, ese ejercicio de identificación es imprescindible si queremos -aunque llevará tiempo- lograr la equidad entre hombres y mujeres.
Cuando hablamos de "estereotipos sexuales" nos referimos a todos aquellos comportamientos que la sociedad, por el hecho de ser hombre o mujer, espera de las personas; y que éstas, por el hecho de vivir en sociedad, procuran cumplir y exigen a los demás, incluso sin darse cuenta. Se trata de registros mentales que asignan, por defecto, un modo de ser a los chicos y otro a las chicas. Por ejemplo, de una mujer casi siempre se espera que sea sensible, buena madre, trabajadora y ama de casa. Por su parte, el hombre ha de mostrar un carácter más duro, más reservado, menos cariñoso, es "quien lleva el dinero a casa", el que lidera la familia, el que conduce el coche, el que lleva las cuentas...
Y todos estos roles comienzan a ser adquiridos desde el mismo momento de nacer. La familia, el entorno social, la escuela, los medios de comunicación y el trabajo son los principales ámbitos donde se aprenden los estereotipos sexuales. Por ello es importante incidir en todos y cada uno a fin de sensibilizar y concienciar sobre el modo en que dichos estereotipos condicionan la vida de hombres y mujeres, limitando su libertad de elegir cómo sentir, cómo pensar, cómo comportarse..., e impidiendo el desarrollo pleno de sus capacidades.
La coeducación, clave para la equidad , coeducar significa, precisamente, educar en común y en igualdad, al margen del sexo de las personas. Significa detectar todos los estereotipos asociados a lo masculino y lo femenino, ser conscientes de ellos, reflexionarlos y poner en marcha las medidas necesarias para eliminarlos de nuestro lenguaje y de nuestro comportamiento, potenciando aquellos aspectos que quedan anulados por el hecho de asumir los roles de género: la afectividad en los varones o el desarrollo profesional en las mujeres.
FUENTE: entreculturas (2008) la coeducación , educación en igualdad descargado de: https://www.entreculturas.org/es/noticias/la-coeducaci-n-una-educaci-n-en-igualdad
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